La Publicidad sigue siendo una de mis pasiones en la vida. Aunque a veces, tengo que reconocer que echo de menos un poco más de creatividad, la creatividad pura y dura, la creatividad del mensaje. Todavía recuerdo esa época en la que hacía publizapping, buscando las pausas publicitarias de canal en canal, eso sí, tampoco había tantos canales… y era fácil. España siempre estaba en el pódium de la creatividad publicitaria y daba gusto darle al mando.
Ahora, el Marketing Digital y el Social Media, que generan tantas posibilidades, tal vez hayan tenido que desviar la atención y el tiempo a demasiadas cuestiones y no a la creatividad pura. Y es normal, lo entiendo. Ahora, la creatividad es más global y no busca la creatividad pura en el mensaje, sino en la campaña en su conjunto. Antes se hacía un gran anuncio creativo y se lanzaba a los medios convencionales… y ya estaba. Ahora todo es más multidisciplinar, más complejo.
Un sector que desbordaba creatividad, era el de la publicidad antitabaco. Pero no sólo generaba creatividad de la buena… en muchas ocasiones también generaba la mayor polémica. La
publicidad antitabaco ha sido (junto a las de tráfico) una de las más agresivas e impactantes en los medios de comunicación. El objetivo de una campaña antitabaco no es nada fácil, ya que estamos hablando de una droga. No es nada fácil convencer a alguien de que deje de consumir algo que “le gusta” (o que cree que le gusta) y de que cambie un hábito. Es un reto y la creatividad es una de las mejores armas.
Los anuncios antitabaco han sido probablemente los más exagerados de la industria publicitaria, y a menudo también los más creativos. A veces, las cabezas de algunos publicistas echaban humo, casi literalmente. Sin embargo, no es que eche de menos la creatividad en las campañas antitabaco, es que echo de menos las campañas antitabaco. ¿Quién de vosotros recuerda alguna en los últimos años? ¿Por qué ya no hay campañas antitabaco?
La publicidad ya no echa humo. ¿Por qué? ¿A quién le interesa que no haya publicidad antitabaco? ¿Quién hace que a quien le interesa, no le interese? Está claro, ¿no? ¿Qué organismos deciden hacer o no campañas antitabaco? Sólo una pista: el tabaco genera miles de millones de euros en impuestos, bastantes más que los gastos (médicos) generados. Si no hay campañas, será por interés… Además, históricamente ha existido en España un lobby importantísimo en el sector (Tabacalera, Estancos…). Cada vez menos gente fuma, pero casi el 30% de la población aún lo hace. Y si es fuera por comparación en el número de fallecidos, no se debe olvidar que los muertos por enfermedades derivadas del tabaquismo multiplica por casi veinte al número de fallecidos en accidentes de tráfico. Entonces, ¿por qué sí hay campañas de tráfico y no hay campañas antitabaco?
Hace no demasiados años se prohibió la publicidad del tabaco, se obligó a etiquetar las cajetillas con el “fumar mata”, se prohibió fumar en centros de trabajo, de enseñanza, sanitarios, deportivos, hostelería, establecimientos en general… y ya está. Pero, ¿es suficiente? No. Está claro que el tabaco, más o menos, está dejando de ser causa de muerte en el entorno del fumador. Ya no hay tantos fumadores pasivos, no los hay en el trabajo, en los bares… pero todavía nos queda mucho daño en un entorno más privado. Y sigue siendo necesario realizar campañas de concienciación. Se sigue fumando en casa… y en el coche.
Aquí abro un nuevo debate. Un fumador es un peligro al volante. Tráfico nos ha recordado este verano lo que cuestan “las gafas más caras del mundo”, “la canción más cara del mundo”, “el boli más caro del mundo”… pero ¿por qué no hablar de “el cigarro más caro del mundo”? Directamente, habría que prohibir fumar en el coche. No sólo por el daño que supone al resto de acompañantes en el vehículo, sino por el altísimo riesgo de sufrir un accidente a causa de las distracciones que genera fumar al volante. Y lo digo con conocimiento de causa, como exfumador. De hecho, siendo fumador, no fumaba en el coche.
Para terminar, y haceros reflexionar, os dejo algunas de las mejores campañas antitabaco. El pesimismo, impacta, pero ¿consigue vender?